También conocida como participación de los accionistas, esta es la segunda clase importante de derechos sobre los activos de una empresa comúnmente se designa, capital contable. La cifra que se presenta en un balance como capital contable es la diferencia aritmética entre el activo total y el pasivo total de la empresa. Así, en cierto sentido, el capital contable es una cifra balanceadora.
La cantidad en cuestión también se puede determinar en otra forma como la suma de la inversión original de los accionistas, más el monto de las utilidades no distribuidas acumuladas desde la constitución de la sociedad. En la práctica actual, la sección del capital contable en el balance general incluye esos dos conceptos por separado: la suma pagada a la compañía como capital social y el importe de las utilidades retenidas. Si no se trata de una sociedad por acciones, se utiliza una terminología un poco diferente.
La finalidad de presentar estos montos por separado es dar alguna indicación del grado en el que se financia la empresa con la retención de utilidades pasadas, en vez de recurrir a la emisión de nuevas acciones. Cuando una compañía ha pagado dividendos en acciones, la distribución entre estas dos categorías se vuelve confusa porque se traspasan al capital social utilidades retenidas por importes iguales al dividendo en acciones.
En la práctica, se mantiene esta distinción y a menudo se la amplía con la inclusión de partidas tales como descuentos y primas en emisión de acciones, análisis del capital contable dividiendolo en los importes que surgen de las transacciones con las propias acciones de la compañía, de los resultados de las revaluaciones de activos y el efecto de las cuasi-reorganizaciones. La mayoría de tales partidas son tan poco comunes que sólo se encuentran en casos relativamente raros
Para entender la importancia del monto del capital contable, se debe recordar que los activos se han registrado en el balance al costo y reducido en forma proporcional por el valor de uso estimado de cada activo consumido hasta la fecha, sea en el curso de las operaciones o en otra forma. Por contraste, el valor económico del interés de los accionistas en una empresa está basado de hecho en las utilidades que se prevén para el futuro, no en el costo pasado de sus activos. Quienes negocian las acciones de esa empresa en el mercado de valores toman en cuenta, de la mejor manera que pueden, el futuro éxito esperado de la compañía al proveer sus productos o servicios a los clientes con un margen de utilidad. Así pues, los valores de las acciones en el mercado bursátil son influidos directamente por las estimaciones de futuros sucesos. Las cifras del balance general no lo son. Por tanto, se debe esperar que el importe del capital contable que se muestra en el balance general sea diferente a la cantidad que se obtendría de multiplicar las acciones en circulación por el precio cotizado por acción en el mercado. Sólo si se pudiera valorizar cada activo, para fines contables, en un importe que refleje con exactitud su futura capacidad de generación de ganancias, se podría decir que el capital contable en el balance general refleja el valor del interés de los accionistas en la sociedad.
Fuente Consultada: DAVIDSON, Sidney. L. WEIL, Roman. "Biblioteca MC Graw-Hill de Contabilidad". McGraw Hill. Colombia. Santa Fe Bogota. 1992.
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